Quería darles las gracias a Morganne y Nacho por regalarnos estos maravillosos, jugosos y riquísimos tomates de su huerto.
Ya se nos había olvidado su textura, color, lo que crujiente y sabrosa que es la piel.
Como son un lujo no he querido hacer ninguna receta especial con ellos, simplemente comerlos crudos con pan casero, sal gruesa y aceite de oliva… yasta!
El aceite de oliva que tenemos ahora en casa, es de Almería, de la Almazara de Lubrín, que Carmenana y Antonio nos recomendaron cuando fuimos a visitarles, es suave y va muy bien con los tomates.
Y como esto es un trueque, me toca a mí preparar algo para llevarles, unos panes, algo dulce… qué preferirán!